Voy a estar bien. Sólo necesito tirarme al piso un ratito...
Sobre el poder terapéutico de ponernos al nivel del suelo.
Hola amix. Recuerda que si tienes la sucripción de pago puedes escuchar esta carta leída por mí. Además, esta semana te comparto mi playlist de canciones favoritas para derretirte en el piso. 🦋
Cuando era adolescente tenía un ritual cada vez que llegaba de clases, arrastrándome por el calor intenso de las 2 de la tarde en Mérida, Yucatán, y era: acostarme en el piso.
Me tendía en forma de estrella sobre las losetas frías y sentía cómo mi cuerpo poco a poco se refrescaba. Es un pequeño placer cotidiano que todavía aplico en los días más calurosos del año. No sólo porque es una forma de aliviar el calor, sino porque hay algo en la postura horizontal que te cambia la perspectiva, que te ofrece una forma distinta de estar en el mundo.
Acostarse en el piso es regalarse una pausa para la autorregulación. Tal vez por eso, cuando somos niñxs y hacemos un berrinche, lo primero que hacemos es tirarnos al suelo, como si este nos abrazara y dijera: “está bien, aquí puedes descansar un ratito”.
Curiosamente, en yoga hay algo llamado savasana, —la postura del cadáver— que se realiza en la parte final de la práctica. Se trata, literalmente, de acostarte y no hacer nada más.
Como explica Jackie, una amiga muy querida que es maestra de yoga a través de su proyecto, Diccha: “Savasana es un momento muy significativo en el que, simbólicamente, te mueres para renacer y salir del tapete con más plenitud, fuerza y mayor conexión contigo”.
🔉 Puedes poner play para escuchar a Jackie:
Tal vez sin saberlo, de niña ya hacía una especie de savasana rudimentaria. No tenía nombre, ni instrucciones. Sólo era una respuesta natural al agotamiento.
Hay algo poético en permitirnos caer de espaldas con el único propósito de contemplar, con los ojos abiertos o cerrados, lo que pasa en nuestro entorno.
Los pocos momentos en los que nos permitimos acostarnos en el suelo son cuando estamos en la arena o el pastito. Cuidamos que sean entornos donde echarse no sea “mal visto” , porque también es un acto íntimo. Una no se desparrama en la fila del banco (aunque qué ganas) o en el piso de la oficina (qué ganas x2).
Deberíamos empezar a hacerlo más. Tal vez, si alguien se tira al piso en una junta o videollamada, en lugar de espantarnos, podríamos entenderlo como un acto de autocuidado radical.
Así que aquí va mi atenta invitación a que despegues las nalgas de la superficie en la que estés sentada y simplemente te dejes caer al piso.
Empieza con los ojos abiertos y observa qué hay arriba de ti. Tal vez es el cielo o las esquinas del techo a las que acabas de darte cuenta que urge pasarles el plumero. Pero ahorita no vas a arreglar ese problema, só lo estás para observar.
Luego presta atención a lo que sientes mediante el tacto. ¿Cuál es la temperatura del piso? ¿Puedes sentir el peso de tu cuerpo? Algo que me sorprende cuando hago savasana es percibir mi propio pulso. Se me olvida que la maquinaria que llamo cuerpo está funcionando todo el tiempo para mantenerme viva. Y eso es un bonito recordatorio.
Por último, piensa en lo que llega a tu mente. ¿Te parece una ridiculez o una pérdida de tiempo estar aquí tendida? ¿Te está entrando un ataque de risa? ¿Ya te quedaste dormida? ¿Descubriste que te duele la espalda? Cualquiera que sea tu pensamiento, está bien. No lo juzgues.
Sólo se trata de ponernos a nivel del piso y permitirnos estar ahí un ratito, el suficiente para que todo se sienta mejor.
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