¿Se puede manifestar siendo pesimista?
Sobre la importancia de creer en la magia en tiempos caóticos.
El otro día me topé con un video en el que una morra hablaba sobre cómo aprendió a manifestar la vida que quería. Por lo general no conecto con ese tipo de mensajes, porque me parece que muy fácilmente pueden caer en una perspectiva híper individualista, cargada de privilegios y sin conciencia social. Sin embargo, ese día en particular andaba mística y el mensaje resonó conmigo de forma distinta.
En algún rincón reptiliano de mi mente entendí que lo que esta persona proponía no era caer en un pensamiento mágico, donde si deseas algo con suficiente fuerza entonces sucede, sino una invitación a abandonar la rigidez escéptica.
Verás, desde hace unos meses andaba sintiéndome un poco… pues… desolada, podría decirse. Me la pasaba leyendo y escuchando conversaciones muy densas sobre el estado actual del mundo. Y de pronto, ante todo lo que me parecía banal, mi primera reacción era voltear los ojos y subirme a mi banquito de cinco centímetros de superioridad moral.
A ver, explícame cómo vas a detener el genocidio en Gaza manifestando, Anasofi…
Todo bien con subirse al banquito de vez en cuando, pero luego me quedé pensando que no es una postura sostenible, y tampoco es constructiva, si me hace caer en el pesimismo crónico o en el desgaste de andar juzgando cómo otras personas deciden encontrar sentido.
No quiero vivir en la ignorancia good vibes de quien evita nombrar los horrores del mundo para que no se le desalineen los chakras, pero tampoco quiero negarme la magia.
Creo que todxs podríamos beneficiarnos de salir, de vez en cuando, de nuestro lado más racional para conectar con lo mágico, como sea que lo definamos. Porque puede ser una cosa para mí y algo totalmente distinto para alguien más. Y eso está bien. No nos debemos consenso.
Yo siento que mi relación con la magia es algo muy intuitivo, no lo puedo explicar desde la teoría. Hay cosas que sé y punto. Pero también me gusta ritualizar la vida: atestiguar coincidencias que me parecen estadísticamente improbables, notar patrones que se repiten, descifrar mensajes en mis sueños, hacerme tiradas de Tarot o hasta prender una velita cada vez que mando una propuesta para un cliente.
Puede ser que todas estas cosas a las que llamo magia no sean más que un intento desesperado por crear significado. Y si es así, me parece bastante.
La magia puede ser tan real e importante como las cosas “objetivas” y “tangibles” de la experiencia humana, porque atraviesa la pulsión de lo cotidiano. Eso es lo que he estado tratando de recordarme últimamente: que la magia existe y puedo acceder a ella. De hecho, siempre lo he hecho.
Puedo salir a la calle a protestar por lo jodido que está el mundo y al mismo tiempo repetir un mantra de sanación que se expanda desde mi plexo solar hacia todo el universo. Ambas posturas no tienen por qué estar peleadas, más bien se complementan.
Recién recordé una frase que me encontré en un libro (que después me arrepentí de no haber comprado). Se llama Revolutionary Letters, de la poeta Diane Di Prima.
La frase dice:
“A medida que aprendas la magia, aprende también a creer en ella. No te ‘sorprendas’ cuando funcione; al hacerlo debilitas tu poder”.
Y me quedo con ese recordatorio. La magia, lo que sea que entiendo de ella, está funcionando a mi favor todo el tiempo, incluso cuando no puedo reconocerla.
Manifestando que todxs encontremos magia en nuestro camino 🦋
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Club de la gozadera para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.