Entre fantasías, infatuaciones y blasfemias

Confirmen si últimamente todxs andamos bien calientes

Amistad del internet, recuerda que si eres parte de la suscripción de pago puedes encontrar la carta leída por mí en la sección de hasta abajo. También te dejo algunas recomendaciones sensuales y noticias importantes. TQM 🦋

Desde morilla he sido una persona fantasiosa. En la adolescencia imaginaba que algún roquerillo punk se enamoraba perdidamente de mí y me pedía que fuera protagonista de su video musical (tu amiga la más delulu).

Sigo igual.

A veces me da por imaginar que coincido con alguien que me gusta en una playa desierta. Repaso cada momento, desde el cruce de miradas hasta el revolcón sobre la arena.

*entra a escena la rola Wicked Game de Chris Isaak*

La mayoría de los escenarios que imagino no se hacen realidad, pero tampoco necesito que lo hagan para que me generen muchísimo placer.

Para explicarlo mejor voy a decir una blasfemia, pero que a mí me hace todo el sentido del mundo. Es como el pasaje de la Biblia que dice: “Yo no soy digno de que entres a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Así yo. No soy digna, por ejemplo, de que mi crush platónico (que vive muy feliz a cientos de kilómetros de mí) llegue un día a darme una cogida salvaje (ojalá que sí), pero imaginarlo bastará para sanar… mi calentura.

Apenas hace unos días platicábamos en un grupo sobre cuáles eran nuestras fantasías eróticas, y fue súper interesante observar cómo a las personas nos prenden cosas tan distintas.

“Que me amarren con cuerdas tipo shibari”, dijo una

“Hacerlo en un lugar público”

“Usar un strap-on”

“Me gustaría un trío”

Por cierto, ¿alguien me explica por qué si tantas personas queremos un trío, parece tan difícil de coordinar? Mándame DM, bb.

Después de reírnos y compartir confesiones, me quedé pensando en que hay fantasías que una sí quiere encarnar y otras que, meh, nomás de lejitos. A veces sólo queremos el espacio mental para habitar otras emociones, que muchas veces ni siquiera son sexuales.

Por ejemplo, la idea de un romance prohibido me sigue fascinando como concepto: la tensión entre el querer y el deber ser; los secretos, la idealización del otrx, los pensamientos intrusivos, el sufrimiento. ¡AHHHHHHH! Es arteh 🚬

Pero, siendo realista y objetiva, para nada se me antoja no tener acuerdos claros con una persona o relegarme al papel de amante sufrida. Paso. Sin embargo, enmarcar esas experiencias en el terreno de la fantasía me permite aproximarme a ellas con límites –desde mi perspectiva– más sanos.

Chance es porque las fantasías no necesariamente reflejan lo que queremos hacer en, pero tal vez sí lo que necesitamos sentir: poder, ternura, riesgo, validación, autonomía, etc.

Cuando imagino que alguien me persigue en el aeropuerto para pedirme que no me vaya porque soy el “amor de su vida”, ¿es que quiero ese drama telenovelero o simplemente sentir el rush de la infatuación? O cuando fantaseo con un trío, ¿es porque realmente quiero organizar uno o es que necesito volver a sentirme deseada, mirada, elegida?

(no, sí, síquiero organizar uno)

¿Qué tal que las fantasías no se tratan tanto del escenario en sí, sino de la emoción que las sostiene? No todo lo que imagino lo quiero vivir, pero sí todo lo que imagino dice algo sobre mí.

No sé. Está para pensarse.